El otro ‘Cónclave’ de cardenales en Roma que no se celebra en la Capilla Sixtina, sino entre restaurantes y sastrerías centenarias

Atravesando las murallas vaticanas se llega a Borgo Pío, una calle histórica que guarda los secretos de muchos cardenales

infobae.com

Vaticano, Roma y el mundo entero aguardan el habemus papam que llegará tras el cónclave fijado el próximo 7 de mayo, día en el que los cardenales de la Iglesia Católica elegirán quién de ellos está llamado a ser el sucesor del papa Francisco.

Mientras que se ultiman los preparativos, se cierra la Capilla Sixtina al público y se instala la pequeña chimenea que será la única vía de comunicación que permitirá al mundo conocer lo que ocurra ahí dentro a través de la fumata negra o la fumata blanca, el ajetreo de cardenales por el Vaticano y sus calles aledañas no pasa desapercibido a los ojos del curioso.

Muchos pasean por la calle Borgo Pio, centro neurálgico de vida extramuros del Vaticano y donde se vive en un microclima precónclave a medida que van llegando de todas partes del mundo.

La famosa calle Borgo Pio.La famosa calle Borgo Pio. (Créditos: Juan Ignacio Calcagno)

Cuando muere un papa, los cardenales, que actualmente son 252, están llamados a acudir a Roma. De ellos, 135 son electores y podrán entrar a la Capilla Sixtina, ya que solo los menores de 80 años pueden votar y ser elegidos papa.

En ese ir y venir, y mientras esperan a que lleguen todos, participan en las congregaciones generales —reuniones en las que los cardenales debaten sobre el futuro y los problemas de la iglesia—. El resto del tiempo van en pareja o en pequeños grupos, se sientan en los restaurantes de la famosa calle a tomar una copiosa comida, hacen cola para tomarse un panino al final de la calle, se van de compras o toman un café mientras comentan la actualidad.

El cardenal Angel Rossi. (JuanEl cardenal Angel Rossi. (Juan Ignacio Calcagno)

En Cibofficina, un sencillo restaurante de Borgo Pio, le cuentan a Infobae España que varios cardenales son clientes habituales y que cuando vienen suelen comer bien, elegir primero y segundo y abundante, con tranquilidad, en la terraza o en el interior, dependiendo del día y del barullo que haya fuera.

Passpartout, Marcantonio… los restaurantes situados a lo largo de la calle que ofrecen platos tradicionales con más o menos innovación en sus cartas admiten que es común encontrarles entre su clientela pidiendo un saltimbocca o una pasta carbonara, pero no quieren revelar ni nombres ni nacionalidad de los que acuden para mantener la privacidad.

Raniero Mancinelli, sastre que haRaniero Mancinelli, sastre que ha servido a tres generaciones de pontífices. (Juan Ignacio Calcagno)

Un antiguo hostelero que antes tenía un restaurante en Borgo Pio revela que antes los cardenales no tenían ningún problema en dejarse ver comiendo y disfrutando en los locales de la zona, pero todo cambió desde la llegada de Francisco, y se notó cómo dejaban de hacer gala de ostentación e intentaban ser más discretos en sus salidas.

En la paninoteca Mordi, especializados en bocadillos de ingredientes variados de charcutería y quesos, también desvelan a Infobae que el panino que triunfa entre los cardenales es el de burrata.

En las paredes, un pequeño mural dedicado a Francisco muestra un maletín titulado ‘Valores’ del que sobresale la bufanda del San Lorenzo, firmado por el artista callejero Maupal. Un poco más abajo, en un bar donde sirven los típicos spritz y aperitivos, admiten que en su terraza no se suelen sentar los cardenales, y uno de los trabajadores se aventura a explicar que deben sentirse demasiado expuestos al tomar un cóctel o una cerveza entre la marea de turistas, peregrinos y fieles que abarrotan la calle.

(Juan Ignacio Calcagno)(Juan Ignacio Calcagno)

Los purpurados, únicos cargos de la iglesia a los que se les permite vestir de rojo, destacan entre la multitud y aquellos que les reconocen les paran para hacerse una foto y preguntarles qué creen que pasará en el futuro cónclave.

Infobae España se encuentra con el cardenal argentino Ángel Rossi. “No estoy nervioso, pero expectante”, asegura, al ser preguntado por cómo se siente ante su primer cónclave, mientras que se empieza a arremolinar la gente a su alrededor para pedirle fotos y gritarle “¡Francisco II!”.

“Con esa inquietud normal y a la vez con esperanza de que ojalá que podamos elegir, iluminados por el espíritu, una figura que pueda dar continuidad a la huella que nos dejó el papa Francisco”, afirma.

Hay otro rincón que también les gusta frecuentar en estos días: la sastrería de Raniero Mancinelli, que ha servido a tres generaciones de pontífices y donde hace él mismo las vestimentas de todo tipo de liturgias para miembros de la curia.

“Creo que hago mi trabajo con mucha honestidad y sinceridad, y esto es lo que a lo mejor me da la carga y el placer de trabajar con todos estos obispos, cardenales y también con el papa”, apunta. Estos días se acercan muchos cardenales, revela, para comprarse pequeñas cosas que pueden faltarles para todas las liturgias en las que deben participar en estos momentos (un bonete, un fajín…).

Aquí también se deja sentir la influencia del papa Francisco, ya que Mancinelli asegura que “en el periodo de Bergoglio hemos simplificado mucho la calidad para que sean accesibles a todos”.

Estas idas y venidas concluirán cuando el próximo 7 de mayo todos ellos se recluyan en la Capilla Sixtina: entre ellos está el próximo papa de la iglesia católica.

                                                         
Compartir